Sunday, February 13, 2011

Lo que sucedió a una mujer fuerte que casó con un hombre perezoso

Siéntate hija, ¿qué es el problema?
            Mamá, él no me escucha, no hace nada de lo que digo. No me quieres.
            Mi hija, muchachos nunca saben lo que necesitan hacer. Este es el problema que tienes. En un problema que tiene cada mujer que casarse con un hombre. Ellos necesitan mujeres para vivir. Es simple. Tengo una amiga que tenía el mismo problema, pero ella sabía lo que necesita hacer.
            Cristina se casó con Miguel hace 5 años, y ella tenía problema después de problema con él. Fijas, ella se graduó de la universidad de Grand Valley y obtenía una posición en el campo de medicina. No quería apoyar a un hombre. Ella le gusta su gato Mauricio y su casa de un dormitorio. Pero un hombre empezó hablando con ella en un bar los viernes, después del trabajo. Se enamoró con él, y dos años después, se casaron. Ella pensó que era feliz, pero hace un año, realizó que él no sabía como hacer nada. Como lava los platos, no. Como saca la basura en tiempo razonable, no. Pero la ultima gota era cuando él trató de lavar la ropa.
            Cristina llegó a casa un día después del trabajo y encontró su esposo sintiendo en la sofá mirando al televisión. Ella le pregunto, “¿qué estás haciendo? ¿Lavaste los platos?”
            “Oh, no lo recuerdo. Voy a hacer después de cenar.”
            “Ahh, entonces, ¿cortaste el césped?
            “Umm, no. Estaba lloviendo.”
            “Hace 5 horas. Ahh, no te preocupes, voy a empezar la cena.”
Miguel hablaba durante la cena como nada pasó y Cristina, frustrado, habló con él hasta estaban terminados. Ella iba al dormitorio para obtener la ropa sucia para lavar cuando lo vio a él sentado el sofá para ver el resto del partido de fútbol.
            “¿Qué estás haciendo?”
            “El juego es casi terminado, quiero ver el final.”
            “Bien, pero después, por favor lava los platos. Ha sido un día muy largo.”
            El final vino y se fue, y ella iba a dormir. Él empezó un videojuego y duro por la noche. La mañana después, Cristina se despertó y entró en la cocina, deseando café. Con párpados casi abiertos, vio que los platos no estaban limpios. En la frustración, ella los hizo e iba al trabajo. Pero antes de salir, dejó una nota.
            Miguel se despertó a las once y decidió que necesitaba comida para la energía de hacer las tareas domesticas. Él sabía que no era perezoso, pero más que nada, él querría mostrar a su esposa que le importaba. Pero cuando entró la cocina, realizó que Cristina lavó los platos, y cuando miró a través de la ventana, vio un hombre cortando el césped. Confundido, el leyó la nota. 
            Miguel,
          No haces nada.
Te pregunté “¿Puedes lavar los platos?”
Dijiste, “Si, no hay problema.”
Te pregunté “¿Tienes tiempo para cortar el césped?”
Dijiste, “Claro que si.”
Después de un día imposible, quiero sentarse y leer las noticias y te pregunté, “Por favor, lava los platos después del juego,” y dijiste, “Si, iba a hacerlo.”
¡PERO TÚ NO HIZO NADA!
Voy a cenar con mi madre y quiero pasar la noche con ella.
Regresaré a casa para tomar alguna ropa para el fin de semana.
Cristina
El no sabía lo que debía hacer. Pero sabía que tenía que ser algo grande, y luego, se lo ocurrió: ¡Lava la ropa! Cuando Cristina regresó a casa para tomar su ropa, no lo encontraba en cualquier lugar. Buscó y buscó, pero no podría encontrar.  Inmediatamente enojada, ella llamo su esposo por teléfono:
            “Miguel . . . ¿dónde está mi ropa? Sabías que quería ir a casa de mi madre por el fin de semana.”
            “Oh, Cristina, hola. ¡No, está bien, no puedes adivinar lo que hice hoy!”
            “Oh Miguel, ¿qué hiciste?”
            “Busca en la secadora de ropa.”
Cristina fue al cuarto del lavadero y buscó en la secadora. Cuando abrió la puerta de la secadora, encontró algo que hizo reír . . . toda su ropa estaba en la misma carga. Los jeans, blusas, la ropa blanca, y un calcetín rojo.  Ella tenía que sonreír porque supo que él trato hacer una cosa buena, pero al este tiempo, toda su ropa blanca estaba rosa. Fue entonces que ella se dio cuento que él no solo era un hombre, él era un hombre buenísimo. Cristina dobló su ropa y lo guardó, no en su maleta, pero en su tocador.
Por eso, mi hija, ¿comprendes que los hombres no saben que deben hacer todo el tiempo? A veces, necesitan una mujer fuerte para explicar lo que necesitan. No significa que tú esposo no te quieres, solamente que necesita ayuda.

Moraleja:        Si un hombre no puede vivir por sí mismo,
                        Usted tiene que ayudarlo.

No comments:

Post a Comment